jueves, 28 de febrero de 2008

Números

Si de cada 10 personas que ven televisión, 5 son la mitad y si el 92% de hombres que usan corbata, tienen un nudo en la garganta...entonces mis estadísticas están súper bien! y yo que pensaba que no era buena para los números.

De cada 10 mujeres abusadas, 8 de ellas están contentas y las 2 que sobran lo ignoran. Por cada operación de nariz de un adulto, hay 10 niños oliendo pestilencia en las calles.

Por cada 15 personas con dislexia, seite nulo saven. (si lograron leer este post están dentro de los 8 restantes).

jueves, 14 de febrero de 2008

Does Cupid Still Hates Me?

Que no me importe ser parte del cliché y la cursilería: Feliz día del Amor!, en ese santito "San Valentín" no creo, pero en el amor sí. Y aunque es más un concepto que una realidad hoy en día, debo desearlo, porque es algo que realmente siento.

Ayer caminando en un mall (yo sí voy a malls! fui a comprar el regalo de cumpleaños de mi madre) unos actores vestidos de cupidos se dispusieron a hacer mímicas de cómo me flechaban, se adelantaron con el acto dulce, ese que desarma cualquier reacción agresiva. Y Aunque ese famoso cupido a mí no es que me haya favorecido, ayer hicimos las paces, por su digno gesto.

Creo que cuando empecé a dejar de culparlo por mi mala racha sentimental llegó la tregua garantizada. Qué mejor cupido que la despreocupación por el estado civil? qué mejor Día del Amor que aquel en el que se tiene la completa confianza de que uno está donde debe estar por decisión propia, meditada?

Creo que un fumiga-cupido es la desesperación, aquellos actos tipo: a) ir solos a la barra de un bar un 14 de Febrero a ver quién pica, b) llevar a nuestra mejor amiga a cenar, sintiéndolo como premio de consuelo e ir bien arregladitas, por si acaso aparece alguien con el cual dejar botada a la amiga. c) llorar porque uno está solo y estar con la actitud predeciblemente emo el día entero.


Me sucede que he estado observando y eso ha mermado el deseo de escribir, porque cuando lo hago aseguro cosas que luego en la mirada profunda se desmienten. Sin ser el pájaro que picotea por esta vez, me he dedicado a ser aquel que observa.

De todas formas qué pobre es-cupido, que ha sido apedreado, culpado e insultado por muchos, quienes lo hacen responsable de sus malas elecciones al escoger pareja. Me pongo a pensar si el pobre Cupido no querrá más bien tomarse unas vacaciones en estos San Valentines por venir y encontrarse un buen amor, porque entre los mortales no tiene mucha fanaticada que digamos.

Creo que cuando dejemos de ver al mundo con la imagen Murphiana de "todo el Universo conspira en mi contra" (incluidos los objetos inanimados y querubines alados envueltos en pañales) empezaremos a sentirnos mejor, tendiendo explicaciones racionales a nuestros sentimientos. Es decir, sabiendo por qué decidimos estar solos o acompañados y no usar esta última opción como una suerte de conformación con la migaja porque es mejor a no tener galleta.

En fin, sin más divagación...a cualquiera que lea esto hoy, le deseo mucho amor, porque sin él, estoy convencida de que nada somos.

lunes, 4 de febrero de 2008

Oda a los que estaban peleados con Salinas

Cuando el vacío deviene en ese espacio repleto de la soledad que necesitas entonces se convierte en uno muy agradable.
Me pregunto acerca de las calles solitarias, si estarán con el olor que deja la gente en su rastro. Me pregunto si la gente ocupada llenando otros lados está realmente contenta de colisionar con miles de personas que buscan llenar su vacío metiéndose en lugares repletos. Me pregunto también cómo lucirán esos lugares, infestados de hormiguescas oleadas de gente vacía, intentando adornar los sitios, dejándolos como un jarro barroco, tan pomposo, tan difícil de apreciar.
Y a pesar de que el sol es gratis y mi color transparentoso hace dudar al respecto, no necesito tanto la bronceada como el espacio respetado, una caminata por un lugar que sea de hecho caminable.
No importa en qué momento salgan los carros, es ingenuidad pretender no ser atrapado por la caravana. Seguir a la masa es algo que pasa mucho en los feriados carnavalescos, supongo que tener espuma carioca y globitos repletos de agua (con lo difícil que son de anudar) debe ser frustrante si no se tiene en quienes regarlos encima, pero, por qué buscar la incomodidad en las vacaciones? Debe ser que de verdad les divierte vivir en medio de una plaza y de hecho transportarla a sus vacaciones de playa, donde se imaginan que podrán descansar, pero de hecho regresan más cansados a trabajar (sin contar con los gastos y el chuchaqui).
No digo que no hay que vacacionar, sólo me pregunto por qué TODOS tienen que ir AL MISMO SITIO para verse alla, por qué en vez de ir a amontonarse a otro lado no se meten aquí mismo en un cuarto de 4 por 4 y se sacan la pica de estar apretados, las que se pregunten `cómo harían alarde de sus cuerpitos hermosos que tanto han preparado en el gimnasio más caro justo para la temporada playera, les digo que en el pequeño cuartito también podrían desfilar sus bikinis. Pero no! "viajemos todos 2 horas para zambullirnos en la misma burbuja pero en otro lado".
Yo no tuve que irme a la playa repleta para cambiar de ambiente, sólo me quedé mirando a la ciudad y cómo se vaciaba paulatinamente: el paisaje cambió por mí, sin tener que moverme.
Se transportó mágicamente la gente para cambiarme la foto que tenía de la ciudad, para darme un descanso de todos aquellos que por lo general me hacen huir, esta vez me la dejaron para mí, en su ausencia.
“Quisiera que desaparezcan, los que siguen irremediablemente a la masa”, Este deseo se cumple impecable cada feriado y lo único que uno debe hacer es estar quieto para que eso pase.

martes, 22 de enero de 2008

Los pajaritos cantan

Caminaba como si la lluvia no caería, aunque las señales del cielo daban clara de que bajarían aguas de manera poco compasiva -uno cree a veces poder vencer las fuerzas naturales a punta de autosugestión o convencimiento. Seguía yo con mi seguridad proclamada que pronto sería rebatida, de hecho, a la siguiente cuadra.

El primer indicio de garúo me hizo pensar que del árbol por el que pasaba había caído algún fruto con leche, ó que el de al lado, al preguntarme la hora, me había escupido. Seguía en negación, para que quince pasos después se me diera la lección de que ante una nube negra no hay ego que aguante, sino más bien, que sirva de balde.

Se venía el chaparrón y aunque la vieja no estaba en la cueva sino delante mío y con un hermoso paraguas, no se dignaba en retroceder, o más bien mermar sus pasos rápidos para que yo al acelerar mi ritmo, la alcanzara y recibir cobijo. Ella más bien iba esquiva, en zigzag. Entendí entonces que en épocas de lluvias, no hay quien comparta su paraguas.

Cuando uno decide voluntariamente mojarse en las aguas del cielo, todo es diversión, incluso recuerdo en mi infancia, que aprovechaba las lluvias para robarme el detergente de mi madre y esparcirlo por las escaleras, poner un colchón (por lo general el que estaba secándose en la terraza por estar orinado) para bajar las escaleras como en tobogán a toda máquina.

Pero cuando uno sale del trabajo, dirigiéndose a otra reunión donde por reglas sociales hay que estar decente, la lluvia y la falta de carro se conjugan para darle la razón a Murphy y hacernos creer que de hecho, el Universo es un villano despiadado que conspira contra nosotros. Aunque seguía yo buscándole el lado di-vertido a esa seudo aventura.

No, los taxis no paran cuando llueve, es como si cada gota que les cae en el parabrisas les promoviera la maldad, o como si recibieran una señal de alerta de regresar a sus guaridas, sin importa cuánto el pasajera esté dispuesto a pagar por la carrera, ni cuando mojado esté uno pidiéndoles que paren, al parecer, la ridiculez humana de ser atractivos antes de la lluvia y que esto de desenmascare inmediatamente al caer la primera tanda de agua celestial debe ser algo genial de presenciar por parte de ellos. Me rendí con los taxistas.

Seguí caminando y mis zapatos ya estaban con pequeños charcos internos, las medias empapadas. No me había sentido miserable sino hasta cuando un par de abusivos se tomaron atribuciones don-juánicas y empezaron a lanzar piropos del tipo¨fiesta de camisetas mojadas¨.

No señores, los buses tampoco se compadecen, y resulta que en las doce cuadras que anduve no había nada que se asemeje a un techito.

Cuando me paré en la mitad de la calle para obligar a la 42 a que me pare, ante las dos opciones que le dí al chofer entre ¨Me para o me atropella¨, escogió la segunda. Pero ahí adentro resulta que seguía la marginación: nadie quiere sentarse al lado del que está empapado.

No importaba ya, lo más cercano que podía dejarme era a 5 cuadras más del siguiente bus, para volver a caminar 7 más y llegar a casa. El estatus mojado había sido decretado ya.

martes, 15 de enero de 2008

La delgada línea

Casi lloro su partida
como cuando mi madre de niña
me dejaba con la soga en el pescuezo:
las ganas de llorar son un simple reflejo
cuando se es auténtico niño

Habrá un llanto más intenso
que el del dolor de arrepentimiento?
El acceso espistémico negado
de ir en retrospectiva en el tiempo

Ese no poder cambiar lo que fui
y ese abrazar al que no sé si podré cumplir

Temo mi imperfección
temo de no ser fiel
a mi algún ayer
que tatúo cada hoy
en la libretita membretada
"memoria de quien soy"

lunes, 14 de enero de 2008

Época de Grillos

Las gotas caían
Sobre la carne vana
Como perdón inmerecido
Lo seco humectaban

Los puestos vacíos
Las miradas esquivas
Evitando tocarme
Con sus manos lascivas

Nublada la visión
Del caminante en lluvia
De lodo los zapatos
se apresuran a un hundirse
…en cada paso

Me fue negada la sombra
Me secaron la brisa
Los árboles se deshojaron frente a mí
Retractaron su sonrisa

Sigue lo que moja
ya no humecta
Sino que ahoga