viernes, 14 de septiembre de 2007

El cojo que corria

¿Sobrestimamos las deficiencias ajenas y subestimamos mucho las nuestras?. Hoy estaba por cruzar una calle transitada y vi a un hombre sin una pierna y muletas intentando hacer lo mismo. Me acerque a el, intentando escoltarlo, asegurándome de que los carros no pasen rápido y se vean lo distantemente suficiente como para hacerle las veces de paraguas y guiarlo. Se me ocurrió que si la avenida seguía así de transitada yo haría una señal de ayuda y parar el trafico aprovechando mi juventud y atributos físicos para poder ayudar a cruzar al pobre viejito, que además no parecía ver muy bien.

Una sobredosis de empatia, si, un estar en el puesto ajeno, pero…realmente no, ponerse en el lugar del otro desde la perspectiva propia no es empatia. Yo lo que tenia era pena y veía a través de mis ojos la desesperación que yo hubiera sentido de estar en su zapato impar. Cuando la vía estaba lista para hacer mi súper obra buena del día, mire al lado y el no estaba…Me observaba detenidamente desde al frente, se sonreía de verme angustiada mirando los carros. Debí haberle dado pena yo, que con los dos pies buenos, la juventud y los atributos físicos, aun seguía del otro lado de la vereda, mientras el ya estaba 6 minutos adelantado.

Sera que muchas veces el sano esta mas cojo, pero de la cabeza?

2 comentarios:

Cœlispex dijo...

Bien el blog. Yo creo que una de sus virtudes fundamentales es que no hay comentarios y que las historias son honestas. La otra gran virtud es el salto acrobático entre nutrición y filosofía: uno imagina toda una vida llena de hipótesis.

Andrea dijo...

Pues imaginas muy bien, tu blog muy bien tambien, gracias por la visita