Un buen baño de insultos, agua fría y puntapiés, dos minutos de extrema agresión, tal vez me hacia falta un zamarreo total, un bajar del piso, una duda, vestirme en su tela y cuestionarme la total existencia y darle la vuelta al candado, botar las llaves en alguna alcantarilla trepada en un bus repleto de gente que habla idiomas distintos y todos parados sin agarraderos, andando rápido, tambaleando, con los ojos vendados, para no saber donde cayeron y que nadie pueda decirme. Que el chofer sea uno de nosotros, el que mejor maneje y aunque no sepa a donde nos lleva y no hayan mapas dibujados del sitio, sepamos que vamos a divertirnos (aunque también a sufrir).
Ir al cielo es cuestión de algunos, hasta eso, yo trato de que vivir no sea tan infierno, no sea tan acalorado, pero como? si el medio nunca ha sido una opción para mi, si el maldito carrusel de las emociones a mi no me ha aflojado aun, el guinguingongo del placer y el dolor no me ha dejado en paz, mi mente no descansa. Que me tiren agua, que me muerda un perro, que me atropelle un niño en un triciclo, que me tumben la imanación, que me empujen del colchón, que rompan de nuevo los pocos esquemas que me quedan, que me cuenten chistes hasta llorar, que me orine en los pantalones, que me ruede las escaleras, que me rompan la boca a besos, que me halen los pelos, luego me llenen de rosas el cuarto, luego me reciten poemas gritando viéndome a los ojos, luego me den abrazos, me cubran los morados, me regalen un vaso de agua y me manden una carta escrita a mano, porque si, porque yo no tengo gustos normales, porque no quiero gustarle al común denominador tampoco y mis convencionalidades se van de extremos poderosos a otros y lo admito...pero en el medio, aun no he sabido estar, que el gris no es mi fuerte, así que nunca me regalen peluches...
Riegale chocolate a mis almohadas, para cuando me toque conversar con ellas las pueda ir lamiendo, dile a mi gata que se deje besar en la boca y con eso me quedo contenta.
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