martes, 7 de agosto de 2007

Un Regalo para Devolver


Estaba en el piso cuando lo patee, al darme cuenta de que no era una piedra de inmediato lo recogí, no parecía haberle afectado que lo haya alzado con tanta fuerza y es que un anillo resentido no tendría razón de ser (sobretodo cuando la gente se los quita a conveniencia tan frecuentemente). Lo metí en mi bolsillo, que cargaba también mis manos y la tierra-polvo-pelusa que suele colarse entre lavada y lavada.

Observé un grabado asombroso en él, uno extraño, en letra cursiva, caligráfica y manuscrita difícil de entender, que por pequeña me fue imposible leer. Además parecía ser una piecita interesantemente cara.

Me pregunté qué podría una sortija hacer en el piso y de pronto algunas hipótesis tentativas saltaron a mi mente dispersora: lo habría extraviado una ama de casa entre sus múltiples quehaceres?, lo vomitó aquí un perro que se lo trago por comer del suelo?, creyó un hombre meterlo en su saco, escondiéndose de su amante y lo dejo botado?, no quería entender tanto el por qué sino el cómo había llegado hasta mí. La razón para mí era clara hasta el momento: yo había sido victima de la buena fortuna.

No perdí tiempo, fui a una joyería a que lo tasen y de inmediato me dijeron el gran valor que tenia, "la señora suerte se ha colado en mis zapatos" pensé, el dinero que recibiría alcanzaría para muchas cosas y con las necesidades que tenía, no me caía mal en lo absoluto.

Ansiosa esperando el resultado del valor exacto y el cheque, escuchaba los tacos de una elegante mujer que titilaban endulzando mis oídos (cualquier ruido hubiera sido música en ese momento, en el estado de emoción que acompaña a una persona cuando se siente afortunada). Se acercaba a mí un gran premio.

Al fin regresó la gerente de la joyería con una hermosa sonrisa que opacaba el resto del lugar y con tono de voz dulce y agudo: -"GRACIAS, no podemos estar más agradecidos con este retorno, apreciamos sobremanera su honestidad"

Lo pensé dos veces antes de sonrojarme, hacer caridad por casualidad nunca ha sido uno de mis fuertes. Pero como siempre, nunca se esta exento de probar algo. Enseguida empezaron a fastidiarme sus tacos, su risa, su tonito.

El grabado del anillo decía: "En caso de extraviarse favor devolver a Joyería Inés"... ahí estaba yo, haciendo un gran favor y el mayor ridículo al mismo tiempo.

Al regreso comprobaba que la suerte no es una señora sino una señorita, adolescente, solapada y muy inmadura, que usa a unos para los fines de otros, que le servimos de transporte hasta que llegue a su verdadero destino. Si al menos me hubiera dejado propina no me quejaría de ella!

Caminando a casa tropecé nuevamente, esta vez era un boleto de lotería tirado en el suelo, pudo haber sido su intento de reivindicación conmigo. Pudo tratarse de un premio o talvez era otra historia de anillos?, Quedarse con dudas también es sano...de cortesías al azar ya había tenido suficiente…

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