Una de esas

Todos tenemos historias que contar, eso todos tambien lo sabemos, con excepcion de algunos que solo quieren contar las suyas. No hay alguien tan pequeno como para dejar de ensenar ni uno tan grande como para dejar de aprender, esa frase es cliche, pero es cierta, como todos ellos, al fin y al cabo por eso se hacen vulgarmente comunes.

Pero nunca ser vulgar ha sido un impedimento para que mi pscique me autocalifique como insignificante, creo que la vulgaridad es necesaria y para disfrutarla hay que tener buen gusto, incluso mas refinado que para disfrutar "lo refinado", que suele ser mas vulgar (la peluconada de tener 3 nineras por cada hijo me parece mas grosero que cualquier "vulgaridad", solo por citar uno de los cientos de ejemplos que vemos en Guayaquil). Somos tan comunes que nos empenamos demasiado por ser diferentes y eso es mas comun...ver como todos nos matamos por saltar a la vista de la masa.

No tengo nada que decir, especificamente, y en particular hoy no tengo versos ni rimas que me acompanen, es que las poses se me desprenden con tanta facilidad que cada que adopto una nueva es como si mi piel fuera de un mal velcro, no se me pegan simplemente.

Cuando uno anda en las calles, parece dificil tener que dejarlas, me pregunto por que nos empenamos en el encierro, que deprimente es estar viendo un poco de persianas, cuando afuera el olor a gente es maravilloso, ademas las historias de cada uno me parecen geniales. Al camino al trabajo me hubiera encantado tener una filmadora, veia como cada persona en sus carros contaban sus cuentos en mute, con sus simples gestos hubiera jurado saber de que hablaban y que les acontencia.

Que no nos falte la vision, ni el tacto, para seguir contando y poder seguir leyendo